Ej 11 - Ficcionalización de una Noticia

Narración: Ficcionalización de una noticia


Ficcionalización de una noticia. Elegir una de las noticias que se transcriben en los recuadros y transformarla en un relato ficcional. (Extensión: entre 3 y 4 carillas)

► Para llevar adelante el trabajo deberá tenerse en cuenta que se pueden utilizar distintas estrategias:
• Conjeturas que se den como respuestas a interrogantes que surjan de la lectura de las fuentes
• Estrategias de verosimilización: la formulación de conjeturas explicativas simples o la conexión forzada de distintos episodios violentos, que tiende a neutralizar la incertidumbre a costa de generar prejuicios sociales
• Llenar los “huecos” de la historia con escenas, secuencias descriptivas, etc.
• Trabajar con la connotación de los nombres o apelativos
• Inventar motivaciones

Duelo por la muerte de su secuestrador

Agosto 31, 2003

La joven austríaca llora a su raptor y rechaza a los padres

Dijo que formaba parte de su vida y que está en duelo por él tras su suicidio

La imagen elaborada por expertos de Natascha Karpusch en la actualidad y divulgada ayer (foto), en coincidencia con el informe del psiquiatra Max Friels quien mostró en Viena la carta en que la joven austríaca relata pormenores de su vida en cautiverio.

VIENA.- La joven austríaca Natascha Karpusch difundió a través de su asesor siquiátrico un conmovedor relato sobre su secuestro de ocho años durante los cuales permaneció en un sótano, donde mostró dolor por la muerte de su secuestrador, rogó que la dejen en paz a los medios de comunicación y rechaza reencontrarse con sus padres, luego de un breve encuentro tras su espectacular fuga.


Nuevamente soledad


Me encontraba en el Hospital del centro de la ciudad de Viena y un café me esperaba sobre una en la hermosa sala de espera, más blanca y reluciente que la nieve misma. Los flashes de las cámaras aumentaban la luminosidad del lugar hasta darle un aura, mientras que los médicos recorrían la sala de un lado a otro sin saber cómo sacar a los reporteros de los canales locales que estaban constantemente entrando y saliendo de la clínica. Es que la aparición con vida de la chica que había desaparecido hacía más de media década los tenía a todos alterados y sorprendidos. No solo el hecho de su aparición sino también las declaraciones sobre su tristeza por la muerte de su captor había dejado perplejo a más de uno.
Natasha seguía  en la habitación 604 del recinto médico y solo deseaba  que  Samuel Popolov estuviese vivo, aunque fuera imposible. Lloraba su muerte, y no entendía el por qué del suicido: –“¿Por qué? ¿Por qué Dios permitiste eso?”- repetía una y otra vez.
Cuando pude entrar en su habitación la vi acostada con los ojos abiertos pero sin que su mirada se dirigiese a ningún otro lado. Quizás se estaba viendo así misma, o quizás, simplemente estaba triste y arrepentida. Cuando finalmente reparó en mí,  me presenté diciéndole que era un simple reportero que quería conocer su historia. Se mostraba desconfiada e ida por momentos. Luego empezó a hablar, como si yo no estuviera. 
Dijo que Samuel era un buen hombre y que no la había secuestrado, si no que la había “rescatado”. Esa extraña palabra iba de un lado a otro en mi cabeza y no me dejaba tranquilo. ¿Acaso estaba frente a un caso de Síndrome de Estocolmo? Nada que un correcto tratamiento pueda solucionar.
Se reincorporó sobre su cama y me pidió que abriera la ventana que daba a un jardín interior del recinto, donde florecían unos malvones. “Son mis preferidas. Cuando florecen son hermosas, me dan ganas de vivir”.  Le pregunté si el rojo carmesí de las flores le gustaba, y me dijo que sí. La luz entró como una onda de paz y serenidad.
Me ofreció un té y accedí. Le pidió a la enfermera que trajera té de vainilla. Después que trajeran lo pedido, comenzó nuevamente a hablarme, aunque no sé si le hablaba también a los malvones.
Su madre, Nadia, era una tan egocéntrica que nunca se había preocupado por la correcta alimentación ni del cuidado de su hija. Algunos reporteros ya habían establecido algunas hipótesis al mejor estilo Sherlock Holmes, afirmando que al ser hija adoptiva, nunca había tenido la oportunidad de establecer un lazo familiar con su madre. Después pude entender un poco más la situación y deje de lado esas absurdas afirmaciones. Me comentó que nunca la dejaba jugar con Andrey, su padre, y menos salir a caminar con el a solas. Nadia era enferma de celos y desconfiaba de todo aquello que excediese los límites de su piel, y a raíz de eso nunca pudo diferenciar entre cualquier otra persona y su propia hija. 
Después me habló de su padre que seguía siendo un pobre hombre. Había tenido la oportunidad de entrevistarlo años anteriores, durante la investigación. Resultaba ser una persona eternamente condenada al suplicio del “sí querida” y sin posibilidad de réplica alguna. Vivía bajo la lupa de una relación enfermiza que le había causado stress, dos paros cardiacos, psoriasis, sobrepeso y un desborde emocional casi imposible de contener. La vida del trabajo a casa y de la casa al trabajo lo terminaba de condenar. Así y todo, nunca pudo dejar a Nadia ni alejarse de esa vida. Quizás su fragilidad y el miedo a quedar solo lo ataban a una horrible sensación de tristeza.
Hay poco más que decir. Resulta importante resaltar que en ningún momento, durante los largos ocho años del secuestro, ni Nadia ni Andrey se interesaron en encontrar a Natasha. En todas las oportunidades que nos habíamos visto, se los notaba desinteresados. Sobretodo a Nadia. Me animaría a decir que estaba feliz ya que su hija vivía una situación donde su padre no le podía prestar atención por un posible enojo de su madre, y esta, a su vez, convivía con Natasha en una eterna competencia por la atención de Andrey. Por momentos no comprendía por qué la habían adoptado. Después de un rato me contó que Nadia se había enfermado con el tiempo, que no siempre había sido así. Pero Natasha no quería volver a ese calvario, y parecía soñar con lo imposible: estar con Samuel.
Mientras la escuchaba no podía dejar de repetirme para mis adentros: “Pobre chica”, una, dos y hasta tres veces seguidas. No es ilógico que ahora implore por su captor, cuando este durante ocho años le dio más atención que sus padres durante toda su vida. Mas que un Síndrome de Estocolmo estábamos en presencia de una situación común que se transformaba en extraordinaria por el simple hecho de que había un secuestro de por medio. 
En el fondo de cada uno hay un niño que pide cuidados, y si bien Natasha estuvo secuestrada en un sótano, era feliz. Comía, hablaba, disfrutaba y hasta era escuchada por Samuel. Ahora se encontraba nuevamente acostada, sola e intranquila. Pedía paz, quería estar sola en este momento y que nadie la molestara.
La entendí. Me despedí y cerré la puerta con la desgarradora imagen de la pobre chica que ha vivido en calvarios y que lo menos malo que le pasó en la vida fueron estos ocho años de cautiverio.
Después de unos diez minutos, mi compañero terminó de echar a los medios de comunicación y venía subiendo por el ascensor. Terminé mi café rápido y recogí las migas de pan que habían quedado sobre la mesita. Nos fuimos por una puerta lateral que daba a una calle parecida a un callejón y nunca más supe de Natasha. Yo deseo que ella encuentre el amor que nunca tuvo y que, si fuera necesario para su tranquilidad, no volviese a ver a sus padres.


Comentarios

  1. Juan: La ficcionalización de la noticia es buena porque la narración es verosímil,creíble, y eso hay que destacarlo ya no era un ejercicio sencillo.
    "Algunos reporteros ya habían establecido algunas hipótesis al mejor estilo Sherlock Holmes" me quedo con esta frase que destaca, destacó y sigue destacando el cinismo con el que operan los medios de operación de alcance masivo/mas importantes.
    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Cuando digo "destaca" quise poner "Frase que evidencia el cinismo..."

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