Ejercicio 13 - AGUAFUERTE

MÉNDEZ, JUAN PATRICIO - SORIA, ROMINA
TALLER DE EXPRESIÓN 1 - CÁTEDRA CORTES - PROFESORA CARLA ORNANI-
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

CONSIGNA:
ESCRIBIR UN AGUAFUERTE DE UNAS 800 PALABRAS HACIENDO REFERENCIA A UN USO DE UNA TECNOLOGÍA QUE SE IMPONE SOCIALMENTE. USAR COMO GUÍA UN AGUAFUERTE DE ROBERTO ARLT

Los cada vez menos humanos

Constantemente estoy analizando esta situación en mi cabeza, y es algo que aún no he comprendido. Porque, por ahí, yo estoy acá hablando con fulano y no sé si me está escuchando, si se esta haciendo el tonto, si está prestándole atención a otra cosa. Ni siquiera se si esta ahí, porque de un momento a otro se convierte en un ente inmóvil y mudo, del cual espero una respuesta y no recibo ninguna, como si fuera una roca. Solo se ven los gestos de sus dedos que parecen no dar abasto. Nada parece importarle más que su mundo: el celular.
Los tipos así están en todos lados: en el colectivo, en las plazas, en la calle, en el trabajo y hasta en la misma mesa. Y no solo ellos son los perjudicados, ¡hasta te chocan por ir penetrados en esa pantalla cada vez mas grande! ¿Y el perdón? ¿Para qué? No me considero reacio, pero hay cosas que no me entran en la cabeza. ¿Con qué motivo uno mira una pantalla que “hace que te comunica”, de manera tan permanente y tan recurrente? Me hace acordar, a veces, cuando uno tiene hambre y va y abre la heladera una, dos, tres y hasta cuatro veces esperando que de la nada aparezca algo que nos sacie el apetito. 
Ese aparato conocido como celular ya dejó de ser solamente eso. Sus usos se fueron modificando y con ellos llegaron los cambios en los hábitos de los usuarios. Antes, solo se los llevaba encima por alguna que otra necesidad; ahora, hay aplicaciones que te marcan un ritmo de vida determinado, redes que te conectan (que es muy diferente a “comunicarse”) con otras personas en otros lados y demás. El ritmo de vida se vuelve automatizado, y esa originalidad que, gracias a la conciencia humana disponemos, queda relegada a un segundo plano, pisada absolutamente por las nuevas tecnologías. 
Propongo este ejemplo: Mi amigo y yo, un bar, una mesa contra la ventana. Yo hablando y el, con el celular en la mano, meta “taka taka” con la pantalla, contactándose con todo aquel dentro de una red virtual de amistad e intereses, dejando afuera el contexto material de existencia humana que implica esa eventual conversación que estoy teniendo con el. 
Entonces me encuentro hablando solo. Y en realidad, no soy yo el que se sumerge en la soledad, sino que, a mi humilde entender, mi amigo es el que queda solo e inmerso dentro del mundo irreal de la navegación online y de redes sociales, que no para de mirar la  pantalla que parece tener la respuesta a todos sus interrogantes.
Esto limita la comunicación material con el otro. Solo lo virtual prevalece aquí. Y siendo nostálgico, vuelvo a cuando hablar era “face To face” y no mediante una aplicación, en donde “extrañar” era en sentido físico, sensorial, y no solo virtual. Por lo tanto, pienso que, en realidad, estamos cada vez mas alejados entre nosotros, ya que los vínculos creados no son materiales, sino virtuales. 
Llegando a una conclusión un poco general, creo que estamos en una época post contemporánea. Así, la comunicación no es comunicación en su rico sentido, sino que es contacto mediado por sistemas robotizados, controlados y limitados. El contacto queda acotado a los límites de las aplicaciones y no a los humanos, los que realmente valen. Estamos cada vez más robotizados y menos humanos. Por eso, esperamos que de la heladera aparezca una mortadela, en una de las tantas oportunidades que abrimos la puerta de la misma. 
Estas personas son, entonces, fantasmas. Porque hablo con un ente material que se contacta virtualmente a través de su extremidad mas útil, que es su celular. ¿Cómo me voy a sentir? Están consumidos por esa necesidad de lo nuevo, producto de la dinámica del cambio en la modernidad.

Así y todo, los veo cada vez menos humanos. Y yo cada vez más lejos.

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