Pozos.

Se intentan superar todos esos obstáculos que se reconocen como tales, puesto que no habría preocupación de saltar aquel pozo que tenemos enfrente si este, realmente, no existe. O será, quizás, aquel efecto de inseguridad ante el acontecimiento inmediato. No podemos frenar, ni siquiera por un momento, el tiempo para prepararnos y recibir cómodamente aquello que nos desestabiliza. Pero, interpreto, que la necesidad de que sea así es la condición del aprendizaje y de la vida misma: ¿cuál sería la emoción de esperar algo que sabemos como sucederá? Mientras tanto, negativizar una salida de la zona de confort es casi tan simple como negar la posibilidad de encontrar una puerta abierta a un mundo que, aunque no lo parezca, es tan desconocido como nosotros mismos. "Qué será de mí", diríamos con constancia, mientras el universo se mueve y nosotros somos polvo. Qué hacer con dicho polvo, diría, quien se cuestione el pozo a saltar.

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