Ej 6 - La Historia escondida (A.Chejov)
Narrar una historia escondida dentro del relato de "La señora del Perrito" de A. Chejov. Tener en cuenta que esta historia tiene que tener el trasfondo de la lectura anterior y contar una situación no narrada dentro de la misma. La historia dentro de la historia.
La vida del señor Dmitri Gúrov no era sencilla
en lo más mínimo: Solamente pensar que pudiera estar con su amada Ana lo consumía
por dentro. El Dmitri que volvió de la ciudad de Yalta ya no era el mismo que
el banquero intachable que habitaba en Moscú. Se había cansado de su esposa, la
cual parecía dos veces más grande que él. La juventud de Ana lo había
enamorado, y solo ella aparecía en sus pensamientos, desde que se
levantaba para ir al trabajo hasta que se acostaba para ir a dormir.
Gúrov se había convertido en un hombre ansioso,
inestable y atrevido. Se animaba a pensar en cómo engañar a su familia para ver
a Ana. No era cuestión de un día ir hasta San Petesburgo ya que todo requería su
tiempo. Desde esa tarde en la que le comentó al oficial el sentimiento que
sentía por ana, Gúrov solo pensó en como viajar para verla.
Nunca se hubiese imaginado
que esa mujer rubia y de mediana estatura, que caminaba con su perrito y su
boina por los jardines públicos de Yalta, se convertiría en la razón de su
locura. Se había hartado de su vida cotidiana y estaba decidido a cambiarla. Hasta se había hartado de sus propios hijos, del banco
donde trabajaba y de todo lo que se relacionaba con su vida cotidiana.
Gúrov discutía con su mujer a diario. No se
sentía amado y solo percibía demandas maritales. Dmitri no quería ver más a su
mujer ya que no soportaba la idea de llegar a su casa y verla sentada en el sillón tejiendo.
–“Siempre llegando tarde Dmitri, ¿Quién
será la ciega que andará contigo?”por eso Dmitri se había agotado de ver a María, una
persona que no se dedicaba a nadie, sin ambiciones, sin conversaciones y que
solo consumía el salario de Dmitri. Pasó de soportarla a odiarla, de pensarla
como esposa a pensarla como parásito.
Cada vez que iba o venía del banco, Dmitri
pensaba en cómo irse a San Petersburgo. A nadie podía comentarle su aventura, y, mucho menos, su plan. Todas las mañanas de primavera, tomaba su bicicleta y como su costumbre, pedaleaba hasta la avenida Stephanovsky donde quedaba la sede central del Banco de Rusia. Dmitri pensaba en un plan
viable que le permitiera irse pasando lo más desapercibido posible.
Pasó por la plaza Kerzhakov, como todas las
mañanas, donde jugaban de niño con su mejor amigo Aleksei, una vez que
salían del colegio. Recordó que corrían y se hamacaban, y pensaban que iban a
ser felices. Tan lejos de conocer la realidad de la vida, se conformaban con
vivir de ilusiones. Siguió pedaleando hasta el Banco, y al entrar, recordó que
Aleksei estaba de visita en Moscú. Había recibido su carta mencionándole que
iba a estar alojándose en el Grand Denis Hotel, en el centro de la ciudad. Entonces, como
Dmitri estaba cerca, decidió aprovechar su almuerzo para hacer esas cinco cuadras
que lo separaban del hotel y visitar a su amigo. Aleksei, mas contento que en
las viejas épocas, lo recibió con un abrazo cálido, y lo invitó a pasar.
En el café del Hall Central Dmitri le hizo un resumen de su vida en cinco minutos. Aprovechó entonces para
comentarle la historia que había tenido con Ana. Aleksei nunca había tolerado a María, porque la consideraba egoísta con todos los que la rodeaban. Por eso, Aleksei no miró con malos ojos la posibilidad de que Dmitri Fuera a San
Petesburgo a ver a su amada. Así, Dmitri le pidió un consejo, quizás, el más
importante de su vida.
-“No sé
que hacer Aleksei, sinceramente quiero mucho a Ana y quisiera verla por lo menos
un segundo, con eso me alcanza. No aguanto el sufrimiento. Quiero verla,
abrazarla nuevamente, sentirla y todo lo que hacia con ella, pero ya. No
soporto más. María no me importa, pero no quiero ser un condenado por el vecindario. ¿Cómo hago?”-
Se hizo un silencio larguísimo, tanto que una familia en la mesa de la derecha ya había terminado su almuerzo, y aún
ninguno de ellos habían emitido emitido palabra alguna. Por un momento Dmitri pensó que estaba
todo perdido y que la única manera posible de salir de tal calvario era
comentarle todo a María, sus intenciones y sentimientos. Pero continuó callado,
esperando el consejo de Aleksei, que finalmente dijo:
-“Escúchame Dmitri,
haz lo siguiente…”- .
Soltó su trago de vodka y lo apoyó en la mesa. Continuó: -“Dile a María que te vas
para cuidarme, a mi nueva casa en San Petesburgo. Claramente, yo no estaré
allí. Pero puedo sugerirte un hotel muy bueno y cómodo donde, además de pasar
desapercibido, podrás relajarte y encontrar a Ana”
Sus palabras fueron la solución a los problemas
de Dmitri. Había pasado hora y media desde que se habían encontrado, pero no le
importó llegar tarde al Banco. Planearon todo delicadamente, desde su llegada a su casa ese día, hasta la partida por la noche desde la estación de tren, para partir definitivamente a ver a Ana. Una
vez resuelto todo, Dmitri saludo cordialmente a su amigo, prometiendo un nuevo
encuentro, y fue directo a su casa, ansioso por concretar tan dichoso plan.
Más tranquilo que en las noches anteriores, las
cuales no había podido dormir ni un poco, pudo dedicarse a
pensar en el viaje. Lo que realmente lo mataba era la espera, triste y dulce a
la vez. Estaba decidido de que su vida tenía que cambiar, aunque tal cambio afecte la totalidad de su vida.
El tiempo pasó lentamente hasta que llegó el
verano. Le había dicho a su esposa que se iba de viaje a San Petesburgo para
ver a su amigo enfermo. Sin embargo, a María no pareció importarle. Tan fría
como siempre, tan falta de amor, le contestó con un simple “Bueno”, y siguió
sentada en el sillón, tejiendo y mirando por la ventana.
Agarró unas pocas prendas y no se despidió de
nadie. Esa misma noche se fue de su casa alrededor de las ocho. El tren salía a
las diez y cuarto y todavía tenía tiempo. Llegó nueve y media a la terminal y
llevó consigo una agenda y una pluma para, al instante, ponerse a dibujar. No
podía escapar de la figura de la mujer rubia que se le pasaba por la cabeza de
manera constante, hace ya más de medio año.
Lo acompañaban la noche y el ruido de la soledad que abundaba en el andén de la estación central de Moscú. Junto con el, estaba el desesperado deseo de ver a Ana por segunda vez, y poder al menos, descansar en paz.
Lo acompañaban la noche y el ruido de la soledad que abundaba en el andén de la estación central de Moscú. Junto con el, estaba el desesperado deseo de ver a Ana por segunda vez, y poder al menos, descansar en paz.
El mejor párrafo: "Gúrov discutía con su mujer a diario. No se sentía amado, solo percibía demandas maritales. Dmitri no quería ver más a su mujer. No soportaba la idea de llegar a su casa y verla sentada en el sillón tejiendo. –“Siempre llegando tarde Dmitri, ¿Quién será la ciega que andará contigo?”. La señora tenía razón en pensar su aventura con alguna mujer. Pero Dmitri se había agotado de ver a María, una persona que no se dedicaba a nadie, sin ambiciones, sin conversaciones, y que solo consumía el salario de Dmitri. Pasó de soportarla a odiarla, de pensarla como esposa, a pensarla como parásito. "
ResponderBorrarGenial !!!
un beso,
Dani
Juan: Relatas de manera verosimil ese "bache" de tiempo que la historia original omite, es decir, cuales son las motivaciones y de que manera logra Gúrov a ver a su amor; siendo éste un hombre casado y con empleo -con las obligaciones que esto implica-. La consigna esta cumplida.
ResponderBorrarPersonalmente me gusto mucho tu escrito. La manera en que describís a los personajes (ya sean sus personalidad, apariencia, motivaciones ect). está muy bien logrado.
Un abrazo y felicitaciones, está muy bueno.
¡Buen trabajo Juan! Logra el cumplido que pide la consigna. Ingenioso relato.
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