Ideas

Si florecieran cada una de las ideas como lo hacen las flores en la primavera, o si oscilara quizás, en algún momento de plenitud, alguna pizca de interés por el despertar de los fenómenos, podría ser que, eventualmente, la paz se vuelva un momento de disfrute. Es decir, aquél momento donde estamos con nuestros pensamientos, tan propios como ajenos, en estabilidad constante y serenidad mental.
¿Por qué no es posible, entonces, disfrutar el disfrute? Porque el disfrute es descanso, y el descanso no es racionalmente económico. La plenitud solo se produce en la obtención de la mercancía de la felicidad, pero no en la felicidad originaria y concreta. El ideal será, entonces, el reflejo de lo que seríamos en paz: solo una gota más en el vaso de la naturalidad eterna.
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